Tiempo de Parapapapapa

Si algo caracteriza a Puerto Rico durante las Navidades son tres cosas. Las mejores fiestas de Navidad en el mundo, la gente más ruda en la carretera en todo el año y la abundancia lluvia de plomo que hemos tenido como plaga navideña más de lo que quisiéramos.

Por suerte se ha creado una consciencia social o al menos el aguaje de una y por al menos dos o tres años se han reducido los tiros que se lanzan al aire y las lesiones y muertes que vienen con esto. Pero como anda la ignorancia, la intolerancia y la enfermedad mental este año, veremos si se continuamos la buena racha de no llevar los tiros al aire o si terminaremos un año no tan bueno con noticias para continuar poblando los titulares de nuestros periódicos.

En serios, como andan las cosas últimamentes no me sorprende que cada día tengo menos y menos ganas de salir a janguear. Ir a cena a San Juan te puede ganar el que te utilicen de escudo humano contra una balacera, estudiar en Toa Baja te puede ganar el que seas el jamón del sandwich en una guerra de pandillas y trabajar en un banco te puede garantizar el que te pongan una pistola a la cara y ni puedan conseguir a los que robaron.

Perdonen el cinismo y la carencia de espíritu navideño pero nada más de poner las decoraciones de Navidad en Walgreen's y la gente pega a guiar como más becerros de lo que son y a perder cualquier pisca de urbanidad que nos quedaba como un colectivo metropolitano.

De seguro tenía que haber algún momento en donde mirar al cielo para admirar la estrella de Belén era costumbre. Cómo llegamos de eso a no poder estar en la calle porque algún imbécil se creía guerrillero y haló al gatillo en una dirección lo más lejos de él posible, no lo sé. Pero ahí le vamos.